Desnudez física y desnudez moral (parte 5)

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Vegetarismo naturista y naturismo de la librecultura

El vegetarismo naturista es partidario de que los cuerpos estén expuestos y acariciados por el sol, el aire y el agua, pero con el sexo cubierto y con la máxima discreción. Ya en 1919 la revista Helios recogía las primeras experiencias.

La cuestión se complica cuando en los años treinta el desnudismo puede difundirse públicamente. En 1932, en toda la prensa vegetariano-naturista aparecieron las advertencias de que no tienen nada que ver sus ideales con el hecho de prescindir de las ropas, como las de Casiano Ruiz Ibarra en Acción Naturista o Martín Cruset en Naturismo. Como el movimiento libreculturista sigue en auge, ya no sólo lo atacan desde las revistas ya mencionadas, sino que también se suma Helios, en lucha contra su principal enemigo personificado en el «desnudista pelotero», de sexo varón, que parece complacerse irrumpiendo en lugares públicos principalmente en presencia de miembros del sexo femenino –según palabras de la revista valenciana–.

Esta visión del desnudista como un exhibicionista, más la falta de necesidades de descubrirse el sexo para las prácticas al aire libre o evitar tenerlo siempre presente en la cabeza, fueron los argumentos, casi encolerizados, a los que recurrieron articulistas como K.US.TICO en Helios, para negar al desnudismo ningún carácter de regeneración de la humanidad y para deslindar, a toda costa, librecultura y vegetarismo naturista.

Sin que la nombraran explícitamente, consideraban a la Pentalfa de estos años una revista pornográfica encubierta y por extensión a todas las demás. Como decía Martín Cruse, con ellas podía tener una colección en casa de mujeres en traje de Eva, cuyo único fin era estimular la líbido12.

En el Congreso de Busot (1933) el periodista Galián Cerón leyó su ponencia sobre Publicaciones Naturistas cuya crónica es la siguiente:

…todos se mostraron conformes en hacer un frente único contra algunas publicaciones que, llamándose naturistas, son unas revistas descocadas, destinadas a pervertir los sentimientos de la juventud, con reproducciones que no tienen nada de naturistas, en cambio, son excesivamente obscenas13.

Carlos Brandt no compartía esta opinión generalizada en el vegetarismo naturista. En su obra La belleza de la mujer (1908), con posteriores reediciones, manifestaba que no está de acuerdo con el nudismo absoluto pues aún falta mucho, en su opinión, para llegar a la época donde la desnudez sea lo habitual. Sin embargo, es partidario de reducir la vestimenta incuso en climas fríos o de hacer ejercicio desnudos o semidesnudos, mientras arremete contra los que consideran la desnudez inmoral, pues –para él– el mal no es el desnudo, sino que está en los ojos de quienes lo ven como pecado. Brand finaliza el capítulo «El Desnudo»:

Una mujer que tiene el cuerpo bello no tiene derecho a esconderlo. Eso déjese allá para las que lo tengan contrahecho. La sabia Naturaleza produce lo bello para engalanarse a sí misma14.

Fuente

  • Libro: «La vuelta a la Naturaleza», capítulo V, Virus Editorial, Colección Memoria, octubre 2003
  • Autor: Josep María Roselló

Notas

  1. Para lo expuesto en este apartado, ver «¡………!», en Helios, nº 40, septiembre 1919, València, p. 181; C. Ruiz Ibarra: «El “Naturismo” no es naturalismo», en Acción Naturista, nº 158, febrero 1932, Madrid, pp. 54-56; Redacción: «Nuestra tarea», en Naturismo, nº 142, enero 1932, Barcelona, pp. 1-2; Martín Cruset: «Desnudismo» en Naturismo, nº 147, junio 1932, Barcelona, pp. 157-160; José María Almela: «Sobre Desnudismo», en Helios, nº 212, enero 1934, València, pp. 24-25; K.US.TICO: «Forúnculos naturistas», en Helios, nº 209, octubre 1933, suplemento, València, pp. 331-332 (el de los «desnudistas peloteros»).
  2. José Malrasm: «La Asamblea Naturista de Busot», en Naturismo, nº 160, julio 1933, Barcelona, pp. 169-178. La cita es de la p. 172.
  3. Carlos Brandt: La belleza de la mujer, Biblioteca Estudios, València, 1935 (1908). La cita es de la p. 58.

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